miércoles, 11 de julio de 2012

Pablo Gaytán


Pablo Gaytán desde niño se interesó por lo militar. Los uniformes verde olivo, las botas altas con amarres de paracaidista y cintas de nylon, las marchas y las bandas de guerra, las armas de fuego y la férrea disiplina. Pablo Gaytán siempre quizo ser soldado.

Pablo se enlistó en el ejército méxicano muy joven, pronto cambió su grado militar de soldado a cabo, su determinación y ganas de superarse en el ejército le dieron la oportunidad de ser visto por los oficiales mayores que le preveían futuro en las fuerzas armadas.

Pablo llegó en muy poco tiempo a sargento primero, su tropa lo veía ya como alguien dispuesto a superar las marcas de los tiempos para llegar a lo más alto, era reconocido y trabajaba duro para lograrlo, Pablo estaba ávido de logros y riquezas.

Pablo en sus días francos iba a Torreón a visitar a su familia, salía con sus primos a emborracharse por las polvorientas calles de la comarca de mediados de los años setenta, tenía un auto grande que llenaba de cerveza y fumaba mariguana que el mismo conseguía, era conocido por el rumbo y su presencia dura era temida por el resto de los malandros de la región, Pablo se sabía fuerte y lo demostraba cada que tenía oportunidad.

Con el tiempo a Pablo le interesó el dinero, con su conocimiento sobre lo militar y a causa de su gusto cada vez más marcado por las drogas se le hizo fácil robar un banco del centro de Torreón, ese día el negocio le salió redondo, nadie lo reconoció y el atraco resultó perfecto. Pablo dejó el ejército al poco tiempo y se dedicó al robo y a la venta de drogas, con sus contactos en la armada recorría el norte del país y en poco tiempo se volvió un narcotraficante temido y respetado, ahora Pablo era el jefe.

Pablo junto con algunos de sus primos se transformaron en reconocidos traficantes a nivel nacional, el ejército al enterarse de que este soldado estaba ahora traficando mariguana lo comenzó a perseguir por todo el norte de México, la persecución duró dos años en los que Pablo vivió a todo tren, tuvo tres hijos no reconocidos y su influencia se sentía no sólo en Torreón sino en los estados de Chihuahua, Nuevo León y Tamaulipas, donde fue una leyenda.

Pablo Gaytán murió a principios de los años ochenta en una emboscada del ejército en la ciudad de Reynosa Tamaulipas junto con otro de los primos Gaytán, sus cuerpos fueron enviados a Torreón donde fue enterrado en una pequeña tumba sin señas, por primera vez en muchos años Pablo Gaytán volvió al anonimato, donde seguramente no descansa en paz.

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